lunes, 26 de abril de 2010

3 - Enseñanzas de Nuestro Padre Celestial - 29/12/2009

 
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¿Por qué te sorprendes hija mía?

He dicho ya que no hay momentos determinados para Mí, ni apropiados, cualquier momento es el adecuado. Ven y reposa un momento en mi interior, deja que tu alma descanse en tu Padre, soy cercano a vosotros y os amo, por eso estoy aquí, para que mis palabras sean un diálogo entre mis hijos. Como siempre me ha gustado comunicarme y comunicaros mi esencia, mi amor, mis sueños, para el mundo, sólo eso ha sido importante desde el primer día en que pensé regalaros el mundo en el que habitáis y el universo entero.

Me gusta cuando enseñas con historias, mi hijo también las utilizaba y esas historias, hija mía, tienen razón de ser. Cuando comunicas una verdad grande como un templo, y lo haces con comparaciones, los hombres escuchan, pues nadie aprende ni descubre sus errores sin antes haberlo visto reflejado en los demás, y cuando una historia llega a sus oídos, el hombre se ve muchas veces reflejado en ella, y cuando mis hijo enseñaba al igual que ahora aquellos que lo escuchaban tenían dos opciones, permanecían en la anécdota, veían en ella algo agradable para recordar nada más, o interpelados por mi Palabra oculta en el mensaje, abrían su corazón a fin de sondear dentro de ella, y como quien busca una perla preciosa en el mar, y debe adentrarse en las profundidades del Océano a fín de encontrar la tan preciosa perla, de la misma manera se dan cuenta de que han de profundizar aún más para saber cual es el mensaje que deseo transmitir desde lo más profundo de mi Ser.

Y mi propósito no puede verse frustrado ni mi Voluntad ignorada, tenéis que recibir el mensaje antes o después. Cada Palabra que os digo, son las mismas que en este momento también llegan de igual manera a muchos hermanos vuestros que me escuchan, son las mismas, no tengo unas palabras para unos, y otras para otros, no es así, mi Palabra es una sola, y lo que a vosotros os digo, también son dichas a los otros, de manera tal que mi mensaje sea uno solo.

Mi mensaje ya lo habéis visto pueden venir bajo un centenar de formas, en miles de momentos difíciles, ha sido así a lo largo de millones de años, y aquellos que supieron interpretarlos, que supieron escucharlos, y que muchas veces descubrieron en el lenguaje mudo de la naturaleza, no pudieron ignorarlos, sino que presa de ellos desearon comunicarlos a todos, y también corrieron la misma suerte en muchos casos que vosotros los llamaron locos, locos, y a ti hija mía, que imaginabas, que inventabas.

Manga de necios, cometieron un pecado tremendo, pecaron en contra de Mí Espíritu, pues quién ha negado o puesto en duda que mi Voz puede resonar en los oídos que yo desee, ha pecado contra mi propio Espíritu. El único pecado que no ha de ser perdonado jamás es aquél que se comete contra el Espíritu Santo. Cuidado de aquél que niegue la acción de mi Espíritu sobre el mundo y sobre de mis hijos.

He recibido durante mucho tiempo vuestras súplicas, vuestras oraciones, habéis intercedido ante mí, me habéis hablado y también he escuchado vuestros reclamos, vuestros enojos. Ahora vengo a responderos, a comunicarme con vosotros mis hijos tan amados, aquí me tenéis dispuesto a hablar como un Padre habla con sus hijos.

Escuchad vuestros pensamientos más elevados, escuchad vuestras experiencias, escuchad vuestros sentimientos, cada vez que una de estas tres cosas difiera de lo que os han dicho vuestros maestros o habéis leído en vuestros libros, olvidad las palabras, olvidad esas palabras, las palabras pronunciadas con liviandad que no han sido meditadas y escuchadas en el contexto de un dialogo profundo y sincero con vuestros Dios, esas palabras constituyen el vehículo de verdad menos fiable.

A todos aquellos que he hablado, sin excepción, salvo tu hija mía, me han pedido lo mismo, que me muestre de la manera tal cual soy, de tal manera que puedan afirmar que me han visto, que ellos saben como soy.

En primer lugar hijos míos queridos nadie ha visto a Dios personalmente, si me he mostrado bajo alguna forma o un aspecto que me podáis ver, ha sido para tranquilizar vuestro espíritu, en el momento del encuentro, pero es imposible revelarme tal cual soy, hijos míos no poseo una forma ni un solo aspecto que podáis vosotros comprender.

Hijos míos Yo Soy el gran invisible, pero a la vez el más visible, me buscáis en los lugares equivocados, enseñad eso, no os afanéis tanto por como Soy, sino por donde estoy.

Mi lugar preferido: vuestro corazón

Mi templo preferido: vuestro cuerpo, el mejor templo de todos, al que debéis mantener limpio, y con los ornamentos más valiosos, el amor, la caridad, la humildad.

Templos de piedra me han hecho y muchos, los han adornado con oro y mármol y sin embargo están vacíos. Una cosa que deseo comunicarles es mi gran y profunda tristeza, hice al mundo en poco tiempo y me pedí me reservé para Mí uno solo de esos días, tan solo uno en los que preparo mi mesa, la rodeo de los más exquisitos manjares, el mejor vino, me siento y espero en vano, espero a mis hijos, me dejáis con la mesa preparada y sólo. Si tan solo dedicaran un sólo día a mi compañía, a compartir mi mesa, sin embargo no los encuentro, los he mandado buscar por los caminos y sigo con la mesa esperando.

¿Hasta cuándo?

Pero un Padre no deja jamás de esperar a sus hijos.

Tengo de ti, hijo mío escrita una carta, un día te sentaste frente a Mí, y me dijiste muchas cosas, que yo he escrito en mi corazón, era un carta de súplica de falta de entendimiento, acosado por los problemas familiares, por el trabajo, por las dudas. Un día me dijiste que no comprendías. Hoy estoy aquí, ya no hay intermediarios, solo tu y yo, para responderte, dime hijo mío si tienes aún alguna duda.

¿He respondido ya?

Tu Padre hijo mío jamás te ha abandonado, y he abierto mis brazos para cobijarte a ti en ellos, he sembrado en ti mi simiente, mi germen y lo has transmitido a tu esposa, ambos han concebido el germen del amor, y cuando tu me hablabas y yo escribía aquella carta, ya todo estaba dispuesto para ti, nunca he deseado la tristeza para ninguno de mis hijos, pero a veces hijo mío los hombres se encargan de que esas tristezas golpeen vuestro corazón.

Todos los que a Mí han regresado lo han hecho por el camino del dolor y de la lucha, pero no por Mí, pues mi amor es eterno, sino por el mal que ellos mismos alimentan, y ya ves hijo mío, no importa la forma bajo la cual me revele, no importa a cuantos he hablado y aún continuo hablando, siempre cuestionan mi Presencia, si no es como ellos desean que sea, entonces Yo no existo, no me he manifestado a otros. Y los otros si la forma que me ven, la forma que ellos se han hecho de Mí no coincide con las de los primeros, tampoco existen.

Ponen en duda mi Palabra, mi Presencia, mi Espíritu, sin embargo hijos míos aquí estoy, comunicándome con vosotros una vez más, y con muchos hijos que me escuchan en este instante, escuchan mis mismas palabras. Si tienen aunque sólo sea la fe equivalente a un grano de mostaza, moverían montañas, sabrás que Yo estoy presente, porque Yo os digo que aquí estoy, incluso antes de que me preguntéis yo ya estoy respondiendo, porque yo digo, y os he dicho de todas las maneras posibles, que lo que deseis, si lo pides en mi Nombre, así será.

Ninguna oración queda sin respuesta, ninguna petición queda sin ser concedida si es para vuestro bien, ninguna palabra ha sido pronunciada por mis mensajeros que no haya sido pronunciada antes por Mí.

Tened entonces hijos míos la certeza de que Yo soy vuestro Supremo Padre y que estoy aquí con vosotros. Así sea.

La función de vuestro Dios no es crear o dejar de crear las circunstancias o condiciones de vuestras vidas, os he hecho a imagen y semejanza mía, vosotros habéis creado el resto por medio del Poder que Yo he puesto en vosotros, os he dado la vida, he soplado en vosotros el Aliento de Dios, pero lo que vosotros hagáis de vuestra vida de allí en más, es facultad vuestra, os he dado el libre albedrío, pues os he dado también mi suprema Inteligencia y mi Suprema Voluntad, tanto para el bien como para el mal, la manera en la que utilicéis los dones que os he dado depende de vosotros.

Sed árboles de raíces profundas, con cimientes de verdad y voluntad sin límites y vuestros frutos serán recibidos con gozo en el reino celestial. Amén.

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