viernes, 2 de diciembre de 2011

El recuerdo del SI MISMO

Bertha Martínez

amureen@gmail.com

2 de diciembre, 2011

Lo más importante, una vez producido el necesario cambio en la forma de pensar y de sentir, sería luchar por despertar nuestra dormida Conciencia.

La Conciencia, según nos indica el V.M. Maestro Samael, es la parte del Ser encarnado en nosotros, o sea, el Buddhata, o aquello de que se dispone para cristalizar el Alma en nosotros. Como tal, constituye un tipo de energía de elevadísima frecuencia vibratoria. El desarrollo de la Esencia, embotellada entre el ego, únicamente resulta posible a partir de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios, entre los que se encuentran el esfuerzo inicial por luchar contra la mecanicidad.

Ante todo, es necesario comprender que se está dormido, sólo cuando alguien se da cuenta cabal de que está dormido, entra realmente en el camino del despertar. El V.M. nos enseña que: "Las gentes se identifican con las personas, las cosas, las ideas y a todo género de identificación le sigue la fascinación y el sueño de nuestra conciencia.

Quien quiera despertar Conciencia debe practicar de momento en momento la “íntima recordación de sí mismo”. Esto de estarse recordando a sí mismo de momento en momento es de hecho un trabajo intensivo. Basta un instante de olvido, para comenzar a soñar a lo lindo".

Necesitamos con urgencia estar vigilando todos nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, emociones, hábitos, instintos, impulsos sexuales, etc.

Todo pensamiento, toda emoción, todo movimiento, todo acto instintivo, todo impulso sexual, deben ser auto-observados inmediatamente conforme van surgiendo en nuestra psiquis, cualquier descuido en la atención es suficiente como para caer en el sueño de la Conciencia.

Por tanto, debemos ser conscientes de que quien se olvida de sí mismo, proseguirá con la Conciencia dormida y, consecuentemente, potenciando las representaciones que favorecen la identificación y la fascinación. El recuerdo de sí constituye un método que lleva implícito la no identificación, y, precisamente por esa condición, representa el punto de partida del trabajo interior.

Puede definirse el recuerdo del Ser como el regreso a nuestra Conciencia, o como el estado de concentración íntima, al tiempo que se cumplimentan las diferentes actividades de nuestra existencia. Lo anterior implica percatarse, consciente y plenamente, de todos los procesos subconscientes del ego. Más aún, sería vivir conscientemente la totalidad de la existencia, incluidas las actividades más ordinarias, espiritualizando o consagrando toda nuestra existencia a lo Vertical.

La íntima recordación de sí mismo, en sentido estricto, sólo puede darse cuando la persona se halla, en forma natural y espontánea, sin interferencias mentales de ninguna clase, en ejercicio del Tercer Estado de Conciencia.

Y, siguiendo con su revelación el Maestro nos dice:

"¿Cuál sería el correcto modo de proceder para no olvidarse jamás de sí mismo? En realidad, sólo mediante la perfecta relación entre la Conciencia, el cuerpo y el ambiente externo, se logra ese sabor maravilloso del Espíritu y esa conducta auténtica del que jamás se olvida de sí mismo. La Conciencia, el cuerpo y el ambiente externo absolutamente equilibrados permiten, en realidad de verdad, mantener cierta relación maravillosa que indica con precisión exacta a aquél que jamás se olvida de sí mismo"

Por tanto, se observa que el recuerdo de sí constituye la característica peculiar y continua del trabajo interno. El Maestro señala que este ejercicio resulta indispensable y urgente para el despertar de la Conciencia. Tal es así que, a mayor abundamiento, nos señala que el no recordarse a sí mismo es la “causa causorum de toda la ignorancia humana.”

En sentido práctico, el recuerdo de sí constituye el ineludible esfuerzo por regresar, contrariamente a los dictados de nuestra tendencia habitual, hacia el Real Ser. No puede realizarse, por lo tanto, como un hecho mecánico, sino que, necesariamente, debe constituir un estado de atención exaltada, hasta tal punto que cambia nuestro mismo concepto respecto a la existencia.

Como se ha indicado más arriba, el recuerdo de sí, el sentirse Ser, al igual que la auto observación, la oración y la muerte mística constituye una vivencia del Tercer Estado de Conciencia. Como señala el Maestro “es un estado nuevo que sólo se conoce a través de la experiencia directa.” Y es por ello que, quizá, resulte más difícil explicar con palabras la sensación percibida que su puesta en práctica.

Por consiguiente, se observa que la recordación de sí, rigurosamente practicada, constituye más un sentir que un recordar, que un percibir, que un análisis íntimo, pues, esencialmente, representa algo relajado, nuevo a cada instante. El esfuerzo psicológico por no caer en el olvido de sí, por no ceder ante la identificación, procura una transformación radical del momento dado. Cuanto más frecuentes sean los episodios de recuerdo de sí y mayor profundidad alcancen, en su expresión, mayor transformación en la existencia se producirá.

Continuara...

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Cuando una banda de visionarios se une para empujar los límites del universo conocido, abren de par en par las puertas atascadas de la evolución para todos....

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